"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Aquí nos discriminan
Testimonio
Resiliencia sí, pero no abandono
En junio de 2017, cinco días antes de realizar las pruebas de acceso a la universidad (EVAU) y a un mes de cumplir los 18, me diagnosticaron un Linfoma de Hodgkin. Tras meses de pruebas, quimio y muchas visitas al hospital, me concedieron un 34% de discapacidad a casusa de dicha enfermedad.
Aunque la situación nunca ha sido fácil, he luchado mucho por no venirme abajo y seguir viviendo mi vida con la mayor normalidad posible.
El problema viene cuando de una situación como esta (irracional e inevitable) nacen injusticias que sí se pueden evitar. Injusticias que día a día se cometen en los centros educativos de nuestro país.
La primera gran barrera me la encontré al intentar acceder a la Universidad para estudiar enfermería tras lograr una remisión parcial del Linfoma (hice selectividad en el verano de 2018 y aunque tuve que repetir un par de exámenes, la aprobé). Las limitadas plazas (un 5% del total) destinadas para estudiantes con discapacidad no se reservan para la convocatoria de septiembre, algo totalmente intolerable y discriminatorio.
Y ahora, a tan solo 1 mes y medio de acabar un Grado Superior de Laboratorio Clínico y Biomédico en Cáceres, tengo que someterme a un Transplante de Médula Ósea con el que espero poder ganarle el pulso a la enfermedad y curarme definitivamente.
Pero es aquí cuando me vuelvo a encontrar con la impasibilidad y falta de empatía del centro educativo donde estudio. Poca implicación, interés y compromiso.
Y ante situaciones como estas en las que yo he puesto todo de mi parte y me esforzado muchísimo para llegar hasta aquí, lo que siento es impotencia. No solo por mí, sino por todos los estudiantes que estarán en mi misma situación y por todos los que vendrán. Se nos pide que seamos valientes y fuertes, pero no se nos facilita nada el camino para lograrlo.
Por desgracia, los que sufrimos enfermedades de estas características, no hemos decidido padecerlas, pero tenemos el mismo derecho de poder continuar con nuestras vidas y contar con todas las posibilidades, sea cual sea nuestra situación.
Somos resilientes, pero no podemos con todo en solitario.
Marta Rubio Ramírez